La Inteligencia Artificial que nos amenaza
La inteligencia artificial avanza a pasos agigantados. AlphaGo, Libratus o Deep Blue son tecnologías utilizadas para ajedrez o Dota2. ¿Hasta dónde llegaremos con las IA?
Vivimos en esa etapa de increíbles avances tecnológicos en la historia de la humanidad que ya comienza a conocerse como la cuarta revolución industrial. La era digital avanza a un ritmo tan vertiginoso en cualquier campo socio-laboral que ya nos resulta prácticamente imposible adivinar en qué lugar estaremosdentro de muy pocos años.
A diario nos encontramos con ejemplos que nos hacen pensar que las redes neuronales de la inteligencia artificial, más pronto que tarde, nos irán sustituyendo paulatinamente en muchas de nuestras actividades, empleos incluidos.
Retos deportivos
Lo cierto es que esto no es algo nuevo y ya han pasado unos cuantos años desde que vimos alguno de los primeros desafíos en este campo de la robótica que, utilizando como pretexto el deporte, pretendían demostrar la supremacía de la máquina sobre el ser humano. Así sucedió en 1996 cuando la supercomputadora Deep Blue logró vencer en su segundo intento al campeón del mundo Gary Kasparov durante un torneo de ajedrez.
En tiempos más recientes y al hilo de los deportes mentales, continuaron este tipo de retos entre el hombre y la máquina, en los que poco a poco esta última se ha ido imponiendo con más o menos dificultades. En 2016, por primera vez una IA llamada AlphaGo se imponía al campeón del mundo de Go y en 2017 un software llamado Libratus lograba imponerse de forma rotunda en un juego que ha supuesto uno de los mayores desafíos en esta carrera, el póker.
Hay que tener en cuenta que a un bot le puedes enseñar las reglas del póker, pero a diferencia del ajedrez, este es un juego de información incompleta para una máquina, ya que en principio no podría prever los faroles y engaños que se llevan a cabo durante las manos. Este software creado en la Universidad Carnegie Mellon de Pensilvania, al margen de analizar inmediatamente millones de datos y probabilidades como hacían sus predecesoras, tenía la capacidad de aprender a la vez que jugaba. Este aprendizaje enriquecía a Libratus con una “intuición” que le daba la capacidad de mentir y lanzar faroles del mismo modo que un ser humano, eso sí, siempre en la modalidad de mano a mano entre dos jugadores. Finalmente, Libratus se imponía con claridad a cuatro de los mejores jugadores del mundo de la especialidad.
Esta tendencia en los juegos parece no tener fin. El último en caer hace tan solo unos días ha sido Dota2, uno de esos afamados juegos de estrategia de acción en tiempo real. Los usuarios de Twitch fueron testigos de cómo el programa OpenAI Five derrotaba a varios reputados profesionales de Dota2. Curiosamente, este software capaz de realizar diariamente un entrenamiento equivalente a 180 años de juego ha sido desarrollado por OpenAI, una organización financiada en buena parte por Elon Musk, cofundador de Paypal, Tesla y SpaceX, entre otras muchas empresas y que en varias ocasiones ha reclamado poner límites a la Inteligencia Artificial.
IA en nuestra rutina diaria
Pero los avances de la IA no se enfocan únicamente en el campo del ocio. Cada vez más su objetivo se dirige al ámbito social y a menudo vemos nuevos ejemplos de esta inclinación.
Hace un tiempo nos hacíamos eco de una startup israelí llamada Faception dirigida a reconocer posibles delincuentes mezclados entre la población por medio de un reconocimiento facial. Ahora hace tan solo unos días que hemos conocido una iniciativa que se está llevando a cabo en China por medio de una tecnología similar para poner en evidencia a los peatones que cometan infracciones.
Desde el pasado mes de mayo, unas cámaras instaladas a lo largo de algunas ciudades identifican a los viandantes que se saltan las normas a través de un sistema de reconocimiento facial para poder aplicarles la correspondiente sanción. Por si ello no fuera suficiente, las imágenes con las infracciones de los negligentes peatones son retransmitidas para su vergüenza en unas grandes pantallas instaladas en plena calle, junto con su nombre, edad, dirección y número de identificación. Pese a vulnerar cualquier derecho en términos de privacidad, un 80% de la población aprueba este sistema que parece funcionar y ya ha identificado cerca de 7.000 infractores.
Un ejemplo más de que la IA sigue adelante en su anhelo por dirigir muchas de nuestras rutinas diarias. Hasta dónde puede llegar y quién pondrá los limites está aún por ver.