Somos esclavos de las redes sociales
Las redes sociales son algo más que establecido en la sociedad actual. Facebook, Instagram, Snapchat o Twitter son algunas de las empresas más importantes del mundo y también las que más influencia tienen sobre nosotros. Cada día se registran en ellas miles y miles de personas y, lo que es más importante, son utilizadas por millones de usuarios diariamente. Hay personas que las usan con distintos fines. Está quien comparte noticias, quien comparte sus opiniones, quien hace fotos a su comida, quien sube fotografías de paisajes y también quien sube fotografías suyas delante del espejo. También los hay que comparten su entrenamiento diario y los que hablan sobre el último libro que han leído. Pero, cuando compartimos en redes sociales, ¿tenemos todos el mismo objetivo? Creo que no. Fotos de comida, de gente con morritos, de poses, de miradas al infinito, de publicidad de marcas, de "mira qué genial el sitio al que he venido y tú no", de aparentar y de querer ser lo que uno no es. Este tipo de publicaciones son las que nos hacen adictos a las redes.
Somos esclavos de los likes y los retweets
¿Qué se busca con estas publicaciones? Likes, seguidores, comentarios, respuestas... ¡Cuantos más mejor! Parece que sienta bien que la gente le de a 'like' a una foto nuestra, o que comparta lo que hemos publicado en Twitter. Como nos gusta, cada vez publicamos más y cada vez nos trabajamos más dichas publicaciones. Hacemos lo que sea para conseguir cada vez más y más "me gusta". Si no los conseguimos nos ponemos de mal humor, nos entra ansiedad y a cada momento miramos el teléfono para ver si hay alguna notificación. Es como una droga. Cada día queremos más.
Una realidad reflejada en Black MirrorSi no conocéis la serie Black Mirror, os la recomiendo encarecidamente. Son capítulos que dan mucho que pensar sobre el mundo en el que vivimos y en lo que se está convirtiendo. El episodio que ha causado que escriba este artículo trata sobre las redes sociales y lo que estamos dispuestos a hacer para ganarnos una reputación y la aceptación del resto.
Black Mirror refleja a la perfección la falta de autenticidad de las personas en redes sociales y la infelicidad, ansiedad e inseguridad que sentimos cuando no somos aceptados. Vivimos la realidad desde lo virtual. Vivimos a través de las imágenes que consumimos y producimos, y este hecho no puede quedar reducido a algo anecdótico, o al creciente narcisismo que necesitamos revalidar con cada publicación que compartimos. Las redes sociales han revolucionado nuestra manera de habitar, consumir, relacionarnos e incluso expresarnos. Hemos aprendido a ser concisos, elocuentes y mordaces en la brevedad de unos 140 caracteres, hemos creado nuevas maneras de gestionar la confianza en desconocidos a los que abrimos las puertas de nuestras casas, nuestros coches y nuestras camas, nos hemos convertido en pura publicidad subliminal patrocinada por marcas, y retransmitimos nuestra vida en directo sin pudor. Una nueva forma de vivir que resulta insostenible sin la aceptación por parte del resto de la sociedad, ahora reducida a followers, likes y comentarios.