Si no te fías de tus empleados cuando trabajan desde casa, ¿por qué les contratas?
Vivimos en una sociedad que está en constante evolución. Cada vez tendemos más a la globalización, al movimiento y a las comunicaciones a distancia.
Para cualquier empleado, un horario de trabajo flexible es de vital importancia y si hablamos de trabajo en remoto, más importante todavía. Sobra decir que el dinero es importante, pero también lo son otras cosas. Es aquí el momento en el que entra el juego el salario emocional.
Salario emocional
Existen muchos ejemplos de salario emocional y, entre todos podemos encontrar cuatro que para mí son muy importantes:
- Horario flexible: trabajo por objetivos. Puedes tener tu propio horario sin necesidad de estar 8, 10 ó 12 horas en la oficina. Hay que evitar lo que comúnmente conocemos como "calentar la silla". No por estar más tiempo en la oficina vas a trabajar más. El descanso es importante.
- Teletrabajo: el trabajo a distancia es muy valorado por los trabajadores de hoy en día porque podemos cumplir nuestros objetivos tanto en la oficina como a distancia.
- Planes de formación: ayuda económica en el desarrollo de la carrera profesional.
- Días libres: en cumpleaños, enfermedades...
Aunque los cuatro puntos anteriores son importantes, quiero centrarme en uno en concreto: el teletrabajo o trabajo en remoto.
Trabajar en remoto
"Horario flexible". Esas dos palabras las vemos en infinidad de ofertas de trabajo pero, ¿por qué centrarnos únicamente en la flexibilidad del horario? Si mi trabajo lo realizo delante de un ordenador, ¿por qué no puedo tener flexibilidad en cuando al lugar en el que realizo el trabajo?
Desde el punto de vista del trabajador es muy cómodo trabajar desde casa porque evitas el tiempo de transporte, tienes todas las comodidades que te puede dar tu casa y tienes más tiempo libre, entre otras muchas ventajas. El problema viene cuando hablamos con nuestro jefe, le pedimos trabajar desde casa y nos dice: "No".
En caso de que tengas reuniones con clientes o tengas que estar necesariamente en la oficina podría llegar a entenderlo, aunque para algo está Skype o Hangouts, ¿no? Entonces, ¿por qué hay jefes a los que no les gusta que sus empleados trabajen desde casa o desde cualquier otro sitio?
Presencialismo y pérdida de tiempo
Los encargados de un equipo suelen estar más tranquilos cuando ven a todo el mundo sentado en su silla. Parece que está todo el mundo trabajando, motivado y dando el 100%. El problema está en que el empleado que no quiere trabajar no va a hacerlo ni desde la oficina ni desde casa, y eso es algo que no puede evitarse.
Para el encargado o jefe es importante saber que todo el mundo está trabajando, pero hoy en día no hay nada que asegure que los empleados no están perdiendo el tiempo. Está Facebook, Twitter, WhatsApp Web, Telegram, Slack, ¡internet! Por lo que el mero hecho de ver a los empleados sentados delante del ordenador no significa que estén trabajando.
"¿Trabajas en remoto? ¿Y se fían de ti?"
Cuando comentas que trabajas en remoto, sea al 100% o varios días a la semana, es imposible evitar que haya gente que se extrañe. La primera imagen que aparece en la mente de mucha gente cuando dices que trabajas en remoto está formada por una persona en pijama viendo Netflix en el sofá mientras tu jefe piensa que estás trabajando, pero nada más lejos de la realidad.
Para trabajar en remoto hay que tener mucha disciplina. En casa hay muchas distracciones que en la oficina no tienes, así como en la oficina existen distracciones que en casa no hay: ruido, gente hablando, interrupciones constantes... Si un trabajador sabe gestionar todas estas distracciones, lo más seguro es que sea más productivo trabajando desde casa que desde la oficina.
Si no quisiese trabajar no lo haría ni en la oficina, ni en casa, ni en cualquier otro sitio, lo que sería un indicativo de que mi trabajo no me motiva y de que no quiero seguir trabajando en la empresa. Pero eso es otro problema que no tiene que ver con el teletrabajo.
¿Confías en tus empleados?
A la hora de contratar a una persona hay que tener en cuenta muchos factores: si encajaría en el equipo, si conoce el trabajo, si es una persona proactiva, etc. Pero además de eso, es necesario preguntarse: ¿podría confiar en esta persona en todo momento y estar tranquilo cuando trabaje desde un sitio que no sea la oficina? Si la respuesta es no, por mucho que sepa esa persona, no la contrates. Si la respuesta es sí, habrás encontrado a la persona ideal.