Qué hacer con la tecnología que ya no utilizas

Los países desarrollados generan miles de toneladas de basura tecnológica cada día. En medio de una carrera (para algunos sin sentido) impulsada por la publicidad y los intereses de un puñado de empresas, cada pocos meses cambiamos nuestra consola de juegos, teléfono móvil, ordenador, televisión, etcétera. Una cantidad enorme de componentes electrónicos van a parar a la basura...

El reciclado de los residuos electrónicos tiene un doble impacto positivo:

1) Permite recuperar metales o materiales (silicio, plásticos, oro, plata, cobre y demás) que son cada vez más escasos y cuya obtención, a través de la minería, genera un alto impacto ambiental.

2) Se reduce el impacto que estos residuos generan en el ambiente al degradarse en vertederos, contaminando capas y suelos.

En este sentido, la necesidad de contar con un sistema de gestión que ofrezca un adecuado tratamiento y reciclado a estos productos se torna imprescindible.

El despegue de las ventas y del consumo de los aparatos electrónicos en mi país se produjo luego de la crisis económica de 2001-2002: primero creció considerablemente la venta de ordenadores personales, y luego, en 2004, se disparó el consumo de los teléfonos móviles.

En los últimos dos años se descartaron en Argentina casi veinte millones de aparatos de telefonía móvil, es decir, casi el 60% del mercado actual de 32,5 millones de líneas en servicio. A su vez, los niveles de descarte aumentaron cuatro veces en los últimos cinco años. El reciclado de esta enorme cantidad de aparatos desechados sería sumamente positivo.

La velocidad a la cual esta montaña de productos electrónicos obsoletos está creciendo generará una crisis de enormes proporciones a menos que las corporaciones de la industria electrónica, que obtienen ganancias por fabricar y vender estos aparatos, asuman su responsabilidad.

Un reciente informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente advirtió que entre 40 y 50 millones de toneladas se generan todos los años a nivel mundial y se prevén “serias consecuencias” en esta década por la cantidad de desechos “peligrosos” y “tóxicos” que se acumulan sin ningún control en las economías en vías de desarrollo.

En nuestro país es urgente la implementación de políticas que eviten la creciente contaminación de estos residuos electrónicos, que desarrollen la infraestructura para la correcta gestión y el reciclado de estos residuos basado en el concepto de Responsabilidad Extendida del Fabricante, principio impulsado por Greenpeace que se concreta cuando los productores se hacen responsables por los impactos ambientales de sus aparatos a lo largo de todo el ciclo de vida útil: producción, uso y disposición final.

Actualmente, un proyecto de ley de Gestión de Residuos Electrónicos se encuentra demorado en la Comisión de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Senado a la espera de ser aprobado. Cuanto más se retrase la aplicación de este tipo de políticas, mayor será la cantidad de residuos electrónicos acumulados y mayores los costos de reparación ambiental.